Pocas mujeres consideran que están guapas si no llevan arregladas las uñas. Tanto las de las manos como las de los pies. Es una cuestión básica, como ir a la peluquería o depilarse. La tendencia es usar esmaltes permanentes o semipermanentes. Que sean duraderos, y a ser posible, que se puedan retocar en casa.
En la actualidad hay una inclinación hacia la naturalidad, sobre todo en el día a día. La mujer moderna ha reducido el maquillaje al mínimo. Si a caso, un poco de lápiz de labios. Esto se debe a que maquillarse todos los días implica una hora diaria de cuidados. Un tiempo valioso que entra en contradicción con ir al trabajo y atender las responsabilidades diarias. Sin embargo, el cuidado de las uñas es innegociable.
La mujer de hoy en día, ante todo, es práctica. No ha tenido más remedio que serlo. Es más estresante y atareado ser mujer que hombre en la sociedad actual. A la mujer se le exige más. Debe demostrar que es una buena profesional, una persona responsable y tener una presencia impecable.
Si hay algo, en la realidad, parecido a un superhéroe, eso son las mujeres. Pueden con todo lo que le echen. Esto, en cuestión de belleza y estética, se ha traducido en buscar soluciones duraderas.
En otros tiempos era habitual que una mujer se pintara las uñas en casa para salir. Al día siguiente, cuando ya pasó el evento, se quitaba el esmalte de las uñas con acetona. Esto le llevaba tiempo y la salud de las uñas se resentía. Actualmente, han proliferado los salones de belleza especializados en manicuras y pedicuras. La mujer luce unas uñas bonitas durante varias semanas con menos esfuerzo.
Ir a estos salones de uñas se ha convertido en algo normal. Silvia, una profesional sanitaria que vive en el barrio del Clot, Barcelona, nos comenta que todos los meses, nada más cobrar la nómina, se pasa por el salón Bellesa i Ungles, situado en la Calle Serdayna, cerca de la Sagrada Familia. Se hace la manicura y elige un diseño y un esmalte bonito para sus uñas. Se ha convertido en una especie de ritual que marca el comienzo del mes.
Una tradición ancestral recuperada en el siglo XX.
La palabra manicura proviene del latín y significa cura de manos. La página web de fotografía de moda Workshop Experience señala que el cuidado de las uñas era una práctica habitual en el antiguo Egipto. Para hombres y para mujeres. El tamaño de las uñas reflejaba el estatus social. Cuanto más alto estuviera una persona en el escalafón social, más largas llevaba las uñas. Nadie podía lucir unas uñas más largas que las del faraón. Esto implicaba un cuidado detallado para evitar que las uñas se rompieran.
Lo habitual, en el Egipto antiguo, era pintarse las uñas con Henna. La reina Nefertiti promulgó una ley por la cual solo la nobleza podía llevar las uñas pintadas de rojo, mientras que el resto de la sociedad las lucía de color pastel.
El esmalte de uñas llega a China a través del comercio, durante la dinastía Zhou, 1.000 años antes de Cristo. En aquella época para decorar las uñas se utilizaban ingredientes como la goma arábiga, cera de abejas y aceites de origen vegetal. Preparar las pócimas y aplicarlas sobre las uñas era un oficio artesanal que gozaba de gran prestigio en la China Imperial. Comenzaron aplicándose tonos metalizados, hasta que la dinastía Ming los sustituyó por rojos oscuros y negros.
Con la llegada de la edad media, el cuidado de las uñas cae en declive en Europa, llegando a desaparecer, mientras se conserva en Asia, sobre todo en la India, China y el extremo oriente. Es a finales del siglo XIX cuando se recupera la manicura entre las mujeres de la burguesía. Esa tendencia coge fuerza a principios del siglo XX. Es durante esos años cuando se inventan utensilios tan útiles como la lima de uñas o la cobertura protectora, aplicada con un pequeño pincel.
En 1950, por casualidad, el odontólogo Frederick A. Snack jr descubre un nuevo material. Estaba haciendo una prótesis en su clínica dental cuando se rompió una uña. Decidió entonces cubrirla con el mismo elemento que empleaba para sellar las caries. Consiguió que la uña se mantuviera fuerte y no se astillara. Comercializó su descubrimiento con un laboratorio cosmético de EEUU y fue así como nació el esmalte de uñas tal y como lo conocemos en la actualidad.
En la popularización y evolución del cuidado de las uñas tienen mucho que ver el desarrollo del cine en color. Con el cine en blanco y negro, a penas se notaban las uñas de las actrices; sin embargo, con el cine a color es necesario vestirlas llamando la atención de los espectadores. Con la irrupción de cinemascope y otras técnicas cinematográficas se utilizan esmaltes llamativos que quedan bien en la gran pantalla, como los de color rojo. Las mujeres de todo el mundo corren a comprarlos emulando las uñas de las actrices de Hollywood.
Las uñas en el cine debían estar en coherencia con el vestuario de la actriz. Los trepidantes horarios de rodaje y los cambios de vestuario obligan a que los maquilladores mejoren las técnicas de manicura. Es ahí cuando en 1975, el maquillador Jeff Pink, que después fundaría la marca cosmética Orly, decide pintar la punta de las uñas de blanco y dejar el resto al natural, cubierta por una capa de brillo.
Su técnica se hace popular en las pasarelas de moda de París. Donde los cambios de vestuario de las modelos obligan a retocar el maquillaje en tiempo récord. Es lo que da lugar a la llamada manicura francesa.
Las uñas de Rosalía.
Personalidades del mundo de la música y el cine siguen inspirando a miles de mujeres en cuestión de belleza y estética. Es el caso de la cantante Rosalía, con sus características uñas extralargas decoradas con diseños artísticos.
Desde los años 70, del siglo pasado, hasta nuestros días han pasado casi 30 años. En todo este tiempo se ha diversificado la decoración de las uñas dando lugar a un sinfín de estilos. Hay una gran variedad de formas de decorar las uñas y todas están bien. No se puede decir que las uñas deben llevarse cortas o largas, de un color u otro. Todo depende de los gustos de la mujer que los luce.
La decoración de las uñas se emplea para marcar una identidad estética. Así, las góticas suelen llevar las uñas pintadas de negro. También los hombres. Subraya el resto de su imagen y refleja su visión de la vida.
Las jóvenes inspiradas por la estética anime, proveniente de Japón y por el K-pop coreano, les gustan utilizar tonos llamativos como fucsias, morados, etc. Recuerdan la imagen de los comics manga.
Las mujeres decoran las uñas de sus manos y de sus pies con el mismo esmalte, sobre todo en verano, con un color que convine con el tono dominante de su vestuario. Hoy en día, la decoración de las uñas trasciende la función de un simple toque estético.
En su disco, el “mal querer”, publicado en el 2018, Rosalía sintetizó la estética y la cultura predominante entre la juventud que vive en el cinturón industrial de Barcelona. El contenido del disco gira en torno a la denuncia de las relaciones tóxicas, un tema que le interesa a la artista y que por desgracia sigue de actualidad, pero la estética se centra en los gustos e inquietudes de los jóvenes del extrarradio.
Los gustos por el flamenquillo y el trap. Por los coches tuneados y por las motos. Los grupos de chicas que visten en chándal y se maquillan. Y por supuesto, las uñas largas pintadas con colores llamativos y con incrustaciones. Aquel disco fue una propuesta estética y artística integral. Rosalía no se inventa nada, recoge lo que le rodea, lo sintetiza y lo convierte en arte. Mostrando que hay más profundidad en una cultura que se ha tachado durante mucho tiempo como algo superficial. Convirtiéndolo en un punto de referencia en todo el mundo.
Señala La Vanguardia que Rosalía ya no luce sus espectaculares uñas superlargas. Encuentra la causa en un Twitter que colgó la cantante respondiendo a una pregunta de una de sus fans. Dice que las uñas largas le molestaban para tocar el piano y la guitarra en los escenarios, y que prefería eso a mantener la estética.
Lo cierto es que con “Motomami”, Rosalía se ha vuelto a reinventar. Lanza una propuesta musical y estética diferente. Descoloca a una parte de la gente y vuelve a marcar tendencia. Si el “Mal querer” era el Llobregat concentrado, “Motomami” es la historia de una chica que entra de golpe en la vorágine de la industria musical internacional y reclama su espacio. En este discurso las uñas largas no tenían cabida. No es “salgo a la calle para deslumbrar”, sino “me quedo en casa y si quieres entras.”
El cuidado de las uñas es un básico de la estética. Puede decir mucho de ti, tanto como tu peinado o tu ropa.