O los que sean necesarios, pues visitar esta ciudad, es algo que hay que hacer sin prisa. Como sucede con cualquier ciudad que tiene todos los ingredientes para enganchar al viajero. Salamanca ofrece al turista belleza, arquitectura, gastronomía, naturaleza y por supuesto, historia.
Desde las casas rurales más espectaculares, como la Casa Imperial Salamanca, ya nos aseguran que no bastará con pasar allí una noche. Salamanca, invita a quedarse, a conocer los recovecos de sus calles y, por supuesto, regresar. Una escapada a esta ciudad, asociada a su Universidad y fiesteros estudiantes, requiere de un mínimo de planificación para poder ver de ella lo máximo posible cuando no dispones de mucho tiempo.
Para ayudar al nómada que anda en busca de nuevo destino, hemos recabado información de utilidad que le permita hacer ese mínimo de planificación. Lo ideal, es al menos contar con un par de días para poder empaparte como corresponde de su día y su noche; de sus gentes y la juventud que desprenden sus ambientes.
Llegar a Salamanca es sorprenderse, nada hace sospechar que sus calles, siempre están copadas de gente. Da igual en que momento del año visites la ciudad, no importa la estación, si hace frio o calor. Sus calles no descansan.
Lo aconsejable, es empezar por la Oficina de Turismo. Allí puedes obtener información y hacerte con un plano de la ciudad para no perderte por las calles de esta ciudad, convertida en Patrimonio de la Humanidad.
Con el plano en la mano, se puede empezar la ruta por la impresionante Plaza Mayor. Recomiendan observar los detalles de sus medallones, aunque lo mejor, es observar todo al detalle. Acercarse a la Universidad es el siguiente paso en el camino. Sus puertas, abiertas al público permiten visitar sus estancias más emblemáticas como la biblioteca, los claustros o el Cielo de Salamanca.
No puedes continuar la ruta sin detenerte en la Casa de las Conchas, establecida como biblioteca pública y con una decoración exterior que hace honor a su nombre. Frente a ella, la Universidad Pontificia y la iglesia de la Clerecía. Subir a una de sus torres, permite contemplar una excelente panorámica de la ciudad. Momento ideal para solo mirar y admirar, mientras tomamos unas fotografías espectaculares.
En esta zona, el tránsito estudiantil llena los cafés y librerías, desprendiendo ese aire entre bohemio e intelectual que invita a visitar el Palacio de Monterrey, máximo exponente de la arquitectura renacentista.
Llegados a este punto, con total seguridad, el apetito este llamando a la puerta. Afortunadamente, la oferta gastronómica esta en la misma zona, solo hay que elegir restaurante y dejarse llevar por los platos tradicionales: embutido de Guijuelo, queso de Arribes, carnes a la brasa e incluso el farinato, típico de Ciudad Rodrigo y excelente plato cuando se acompaña con sus huevos fritos.
Repuestas las energías y, como probablemente la comida haya sido contundente, es momento de continuar la excursión. No solo para embeberse de la ciudad, también para bajar esos suculentos platos.
El paseo, continua a través de una visita a las catedrales, culminándola subiendo a las Torres Medievales de la Catedral sin perder de vista la exposición Ieronimus que en ellas se encuentra. Los salamantinos, aseguran que esta parada es imprescindible: ofrecen al visitante unas vistas y una perspectiva única de los templos que se erigen en la ciudad. Si tu paseo por Salamanca es en la época estival, puedes hacer esta excursión por la noche.
La siguiente parada del camino puede ser el Museo de Automoción. Este particular museo, se ubica en la antigua Fábrica de la Luz y la colección que lo compone, permite acercarse a vehículos y objetos a través de los cuales, se puede observar la evolución del automóvil a lo largo de los años.
Cuando sales del museo, inevitablemente, el día esta tocando a su fin. Es hora de cenar y para ello, una ruta de tapeo es la alternativa ideal. De esta manera, puedes visitar diversos bares y probar sus delicias gastronómicas.
Antes de retirarse o continuar con la fiesta nocturna, pasear por la ciudad, ahora iluminada de manera estratégica, es otro espectáculo que no puedes dejar de ver, sobre todo, si tu visita a Salamanca, termina en ese momento o al día siguiente.
Un día más
Es posible que te alojes en una casa rural como la Casa Imperial, en las afueras o en un hotel céntrico y el desayuno este incluido. Aun así, es recomendable empezar la jornada desayunando en alguna terraza del casco histórico para comenzar la andadura.
Partiendo hacia el Convento de San Esteban, con mucha historia en su haber y frente al Convento de las Dueñas, cuyo claustro de gran belleza, no puedes dejar de visitar.
La calle San Pablo, cuenta con dos lugares de leyenda, uno de ellos, conocido por su misticismo y relación con las ciencias ocultas, según la tradición y la leyenda: la misteriosa Cueva de Salamanca que el mismo Cervantes convirtió en obra de teatro.
Después de cultivar la mente, activar la curiosidad y dejarse envolver por la leyenda, es momento de dedicarse a las compras. Esta última parada, nos sitúa en el centro de la ciudad, donde se pueden comprar todo tipo de productos tradicionales, souvenirs o lo que surja. Visitar el Mercado Central ubicado en un edificio modernista, tiene una doble finalidad: observar la obra arquitectónica y comprar embutidos, carnes y otros productos locales.
Como toca comer de nuevo, es momento de visitar alguno de los restaurantes mas vanguardistas de la ciudad. En esta zona, se encuentras las cocinas de autor más solicitadas de Salamanca.
Para echar la tarde, nos quedan unos muesos a visitar: el Museo Art Nouveau Art Decó y el Domus Artium. Ambos de carácter moderno y contemporáneo. Sus instalaciones están en un palacete modernista el primero y la antigua cárcel provincial de Salamanca. Indispensable para los amantes de la historia.
A partir de aquí, se pueden visitar algunas iglesias de las muchas que salpican la ciudad y detenerse en el café Novelty, frecuentado tanto por tertulianos como ganaderos, estudiantes o trabajadores… La historia empapa cada taza de café que sirven en sus mesas.
¿Aun te queda tiempo?
Si tu escapada te permite más días en Salamanca, descuida, a Salamanca le queda mucho por ofrecerte. Sin salir de la ciudad, todavía, tienes ruta a tus pies para seguir el camino.
Pasear por el Puente Romano, junto al rio Tormes, te llevará a la Iglesia de Santiago y la de San Millán. En esta última se encuentra el Centro de Interpretación Arquitectónico que te acercará al patrimonio monumental a través de las nuevas tecnologías.
Ya hemos pasado por la Cueva de Salamanca, ahora es el turno de visitar el huerto de Calixto y Melibea.
Para variar un poco y dejar a un lado tanta cultura, se pueden realizar actividades en la naturaleza, paseos a caballo, rutas de senderismo o incluso en bicicleta. Visitas a una fábrica de jamón o una quesería, son sin duda el colofón de oro para culminar una escapada por la ciudad de Salamanca.
En tres días, puedes exprimir esta ciudad y sacarle todo el jugo, pero si cuentas con más tiempo, podrás además, acercarte a otros lugares de interés como Ciudad Rodrigo, La Alberca o Ledesma.
Sin duda, Salamanca es una ciudad clave dentro de la geografía española. No se puede dejar de visitar, aunque sea brevemente. Conocer sus recovecos, pasear por esas calles por las que paseo Unamuno y adentrarse en la historia no te dejará indiferente. Y para tu regreso a casa, no olvides llevarte un hornazo y con ello, parte de su gastronomía.