Tendencias 2025 en el diseño de cocinas abiertas: materiales resistentes, eco y con domótica integrada.

Durante años, la cocina ha dejado de ser ese espacio cerrado y aislado donde solo se cocinaba para convertirse en el auténtico centro de la vida doméstica. Hoy día se conversa, se trabaja, se improvisan cenas con amigos y se comparte mucho más que recetas entre encimeras y muebles modulares. La tendencia a integrar la cocina con el salón o el comedor ha crecido como la espuma, y de cara a 2025 se consolidan ideas que combinan usabilidad, estética, sostenibilidad y tecnología de una forma muy particular.

Diseño abierto: entre el confort visual y la funcionalidad práctica.

Uno de los puntos clave en estas cocinas abiertas es la fluidez espacial. Ya no se busca únicamente derribar tabiques, sino crear una transición suave entre ambientes, sin interrupciones visuales ni saltos de estilo. Por eso, en 2025 veremos más soluciones que permiten mantener cierta delimitación sin renunciar al concepto de apertura: como las islas centrales que funcionan como frontera visual, los techos a doble altura o los cambios sutiles en el suelo, usando distintos acabados o texturas para marcar zonas sin necesidad de muros.

Los muebles de cocina también se diseñan cada vez más pensando en la integración con el resto de la casa, lo que implica que sus acabados se alejan del estilo industrial tradicional y se acercan más al lenguaje del mobiliario del salón. Se imponen superficies con textura de madera natural, colores mate y detalles minimalistas que encajan en cualquier estilo decorativo. Y ya que la cocina se ve desde casi cualquier rincón, los electrodomésticos se camuflan o directamente desaparecen a la vista gracias a paneles del mismo tono que el mobiliario.

Materiales resistentes que no renuncian al diseño.

Uno de las grandes tareas de estas cocinas abiertas está en mantenerlas impecables pese al uso diario. Al estar a la vista, cada salpicadura, cada huella o desgaste del material se convierte en un problema más visible que en cocinas cerradas. Por eso, se da un salto hacia materiales pensados para durar, fáciles de mantener y resistentes al uso intensivo.

Las encimeras de porcelánico con tecnología de sinterización, por ejemplo, seguirán ganando terreno porque soportan calor, rayaduras, manchas y químicos sin alterarse. También las superficies de cuarzo reciclado y resinas ecológicas están en auge, ya que permiten una estética limpia sin sacrificar durabilidad. Los suelos de vinilo de alta densidad con apariencia de madera o piedra se han vuelto una alternativa inteligente para quienes quieren calidez visual y resistencia a golpes o humedad.

En el mobiliario, se priorizan los tableros laminados antibacterianos, los acabados antihuellas y los herrajes de alta calidad con apertura amortiguada. Y dentro de esa búsqueda por lo práctico, se introducen soluciones como los zócalos retráctiles para que el robot aspirador limpie sin obstáculos o los muebles esquineros que giran con suavidad y aprovechan al máximo el espacio útil.

Sostenibilidad que se nota en cada decisión.

Otra de las grandes influencias de cara al próximo año es el diseño sostenible llevado a la cocina. Ya no es suficiente con elegir electrodomésticos de bajo consumo, ahora se piensa todo el conjunto desde una perspectiva ecológica: desde los materiales del mobiliario hasta la iluminación y los sistemas de gestión del agua.

Se empieza por algo tan básico como reducir el uso de derivados del petróleo en las encimeras y apostar por maderas certificadas FSC o incluso por tableros reciclados compactados. También se opta cada vez más por grifería inteligente con limitadores de caudal o sensores de movimiento, que ayudan a reducir el consumo sin esfuerzo. Los electrodomésticos con etiqueta energética A consiguen ahorrar bastante a medio plazo, pero también hay otros detalles menos visibles que importan: como los sistemas de ventilación cruzada o las campanas extractoras integradas que purifican el aire sin tener que hacer obras complejas.

La iluminación LED regulable, tanto en intensidad como en temperatura de color, permite adaptar el ambiente al momento del día y reducir el gasto energético. Y los pequeños gestos, como añadir cubos integrados para facilitar el reciclaje o instalar compostadores domésticos discretos bajo el fregadero, también cuentan. Esta mentalidad sostenible afecta a todos los aspectos del diseño, lo que da como resultado cocinas más responsables, tanto con el entorno como con quienes las usan.

Domótica en la cocina: una nueva forma de entender la comodidad.

Uno de los saltos más notorios en los últimos tiempos ha sido el de la tecnología dentro del hogar, y la cocina no se queda atrás. Para 2025, la domótica ya no será algo exclusivo de casas de lujo ni un extra prescindible. Muy al contrario, se convierte en un estándar al que se accede con cada vez más facilidad y con sistemas mucho más intuitivos.

La conexión entre dispositivos permite programar el horno desde el móvil, ajustar la iluminación según si se cocina o se cena, o incluso recibir notificaciones si la nevera detecta que se están acabando ciertos alimentos. Algunas placas de inducción incorporan sensores que ajustan la temperatura de cocción automáticamente o se apagan solas si no detectan utensilios encima. Y los altavoces integrados en el falso techo, gestionados por asistentes de voz, transforman el ambiente con una orden sencilla.

Los sistemas de control centralizado, que antes estaban reservados para grandes viviendas, ahora se pueden instalar en pisos más modestos. Se activan desde tablets de pared, desde el teléfono o mediante interruptores táctiles que combinan funciones: bajar la persiana, encender la campana y atenuar las luces, todo al mismo tiempo. Esta integración, además de mejorar la funcionalidad, permite reducir el consumo energético de forma real, ya que se puede programar cada zona de la casa según el uso que se le da.

Desde Kouch & Boulé nos recuerdan que uno de los errores más frecuentes al planificar una cocina con domótica es pensar que toda la tecnología debe estar visible. Lo recomendable, según su experiencia, es trabajar con un sistema modular y discreto, donde cada elemento esté bien integrado en la estética del conjunto sin que se note que hay “gadgets” por todas partes. De este modo, la cocina sigue siendo acogedora, cálida y útil, sin parecer un laboratorio futurista.

Almacenaje inteligente y adaptado al ritmo actual.

Con el auge del comercio online y la compra de alimentos a granel o por suscripción, también cambian las necesidades de almacenamiento. La despensa tradicional deja paso a sistemas más flexibles: columnas de almacenaje con extracción total, cajones interiores con compartimentos móviles, e incluso armarios verticales que se elevan como ascensores para aprovechar zonas altas.

Para quienes cocinan mucho, resulta especialmente útil contar con módulos diseñados para organizar especias, ingredientes, utensilios y robots de cocina de forma que estén siempre a mano y no ocupen encimera. Además, se incorporan soluciones que antes se veían solo en cocinas industriales, como railes magnéticos, paneles ranurados o barras colgantes, adaptadas al uso doméstico.

Se presta atención también al orden visual: cada cosa tiene su sitio, pero ese sitio no necesariamente está a la vista. Los tiradores desaparecen, los armarios se abren por presión o con sensores, y los módulos altos se camuflan como si fueran parte de la pared. La idea es reducir el ruido visual para que la cocina no parezca desordenada incluso aunque se esté cocinando en ella.

Espacios para cocinar… y para vivir.

La cocina abierta ya no se diseña solo para preparar comida. Se transforma en un espacio que acoge otras actividades: trabajar con el portátil mientras se cuece la pasta, jugar con los niños en la isla central o tomar un vino con amigos mientras se prepara algo al horno. Esta polivalencia exige plantear el mobiliario y la distribución con más visión que antes.

Por eso se incorporan taburetes ergonómicos, enchufes ocultos en la encimera, cargadores inalámbricos empotrados o incluso pequeñas zonas office con estanterías para libros y enchufes para conectar el portátil. La iluminación se adapta para crear ambientes: una luz clara para cocinar con precisión y otra más cálida cuando se cena o se charla después.

El suelo es esencial para que todo esto funcione. Ya no se elige únicamente por estética, nos decantamos por el confort. Aparecen más suelos vinílicos acolchados, pavimentos de microcemento con tratamientos antideslizantes o incluso tarimas resistentes al agua para dar esa sensación de salón sin romper la continuidad visual con el resto de la casa.

Colores y acabados que destacarán en 2025.

El blanco brillante cede terreno. Para el próximo año, las cocinas abiertas se tiñen de tonos piedra, arcilla, verdes secos o antracitas suaves, combinados con madera natural clara o acabados en grafito. Estos colores transmiten calma, modernidad y se integran mejor con los colores que predominan en el resto de la vivienda.

El acabado mate, antihuellas y suave al tacto gana adeptos, ya que es más agradecido a la vista y al uso diario. Las superficies con textura, que imitan la piedra natural o la cerámica artesanal, aportan calidez y un toque más sensorial. También se introducen detalles metálicos en bronce envejecido o negro mate en griferías, lámparas y tiradores, pero siempre en pequeñas dosis, sin estridencias.

Se apuesta por una iluminación más trabajada, con puntos de luz LED en zonas que llamen la atención (debajo de los muebles altos, en vitrinas, en el interior de los cajones) que ayudan a crear ambiente (además de ser muy útiles). Las lámparas decorativas sobre la isla o la península se convierten en parte del diseño, como si fuesen esculturas flotantes.

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